El imprescindible en las empresas

Sentados en el pequeño directorio, la respuesta de los dos subalternos de Amador no dejó de sorprender al consultor. Unos días antes estos hombres eran personas amables con las que discutía sinceramente las dificultades de sus respectivas áreas. Hoy eran un par de bloques de concreto, que respondían ante los requerimientos de información con evasivas, frases cortantes y bastante seriedad. Algo desconcertado, al culminar aquella reunión sin nada valioso, pidió a la asistente ver a Amador. Ella, algo incómoda, le contestó que Amador no estaba disponible. Amador tomaba tranquilamente café en su oficina a pocos pasos de donde se encontraba el consultor.

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