El peligro de la auto complacencia en las empresas

autocomplacenciaErnesto llevaba más de 20 años dirigiendo su empresa. Aprovechando una coyuntura económica difícil, compró una compañía quebrada y con mala reputación y la había convertido en estas dos décadas en un próspero negocio con una envidiable cartera de clientes. Lejos quedaban las épocas de vacas flacas, cuando los bancos no querían darle crédito o los proveedores apenas si aceptaban venderle. Hoy tenía todas las puertas de los bancos abiertas y andaban tras él no sólo los proveedores sino también los clientes, haciendo turno para que los atienda. Y llegaba a darse el lujo de desechar a unos y otros.
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