Empresas más eficientes y más rentables

Una crisis siempre tiene la ventaja de poner en evidencia todas las ineficiencias de nuestras organizaciones. Pasa como con un río caudaloso que, de pronto, debe afrontar una sequía que hace que bajen las aguas: aparecen obstáculos que no se veían porque antes estaban cubiertos por la abundancia. Cuando las cosas van bien y el mercado tira de nuestras empresas sin mayor esfuerzo, es sencillo apoltronarse y hacer lo mínimo indispensable. El problema viene cuando el mercado, como en el caso de esta crisis, se contrae.

En los meses pasados, todos hemos hecho esfuerzos por sobrevivir al golpe económico que ha significado esta crisis sanitaria. ¿Qué gerente o ejecutivo no ha tenido que hacer algún tipo de ajustes en su compañía? Todo con el afán de garantizar la sostenibilidad de sus empresas, tratando de recuperar el punto de equilibrio, para sobrevivir a una demanda contraída. Algunos cambios eran evidentes y quedaron al descubierto al bajar las aguas. Sin embargo, hay empresas que descubrieron no sólo maneras de ser más eficientes para mantenerse a flote, sino que ahora son más rentables que antes de la crisis. ¿Cómo ha sido posible esto?

Algo que se pone en evidencia con las vacas flacas, es dónde están esos “kilos de más” en nuestras organizaciones. Es muy fácil justificar que necesitamos una oficina más grande, que requerimos un estacionamiento, que la empresa nos pague tales o cuales gastos o que nos hace falta un asistente para organizarnos la vida. Toda esa “grasa” se acaba cuando hay que ajustarse el cinturón. Los recortes de las gollerías de los ejecutivos son una de las primeras cosas que deberíamos plantearnos para ser más eficientes. Las organizaciones que lo han hecho no sólo han logrado ahorros considerables, sino un cambio cultural en sus ejecutivos, ayudando a que sean más austeros y conscientes con los recursos de la empresa. Hace pocos días atrás, los directivos de una conocida compañía de head-hunting me comentaban cómo la pandemia los ha llevado a plantearse muchos temas de austeridad (viajes, viáticos, asistentes, etc.). Así, entre otros, han propuesto a la matriz dejar sus lujosas oficinas y tener solamente un co-working para reuniones con clientes y candidatos.

Las empresas de servicios profesionales han sido más propensas a hacer eficiencias que las empresas fabricantes o manufactureras. Un menor uso de activos fijos y la posibilidad de adaptarse al canal digital han permitido, a este tipo de empresas, mayor flexibilidad y adecuación a los nuevos requerimientos de los clientes. La exigencia del trabajo remoto les ha permitido centrarse en aquellos puestos que aportan valor a la organización, permitiendo a su vez una mayor personalización del servicio a los clientes.

Las compañías fabricantes o manufactureras no lo han tenido tan sencillo. Algunas han sabido reaccionar rápidamente rediseñando sus procesos, eliminando aquellos que eran redundantes, automatizando o tercerizando los mismos, consiguiendo con esto eficiencias considerables. El problema con que han tenido que lidiar algunas es afrontar una capacidad ociosa que no pueden contraer, salvo que vendan activos fijos. Si esos activos fueron adquiridos mediante deuda financiera, tendremos la doble dificultad de la capacidad ociosa y encima tener que pagar el servicio de la deuda. ¿Vender activos? Mal momento para liquidar inmuebles, maquinarias, equipos, etc., por muy nuevos que estén. Probablemente consigamos tan sólo una fracción de lo que valían.

En muchas compañías se ha acudido a las reducciones de personal, como una medida casi inmediata de recortar gastos. Es cierto que en el corto plazo probablemente se consiga la reducción que la organización buscaba. Pero, cuando esas reducciones de personal no han ido precedidas de los esfuerzos necesarios de la empresa para ajustar primero otros costos, terminan afectando negativamente a la cultura de los que quedan. En cambio, cuando esas reducciones no han sido el primer recurso y se han dado en colaboradores que no eran críticos para la empresa (no poseían el know how del negocio o no aportaban tanto valor con lo que hacían), a los que además se ha dado oportunidades de recolocarse o reconvertirse, esta medida ha tenido un efecto positivo sobre los colaboradores que mantienen sus puestos. 

Si, además, la empresa ha tomado medidas para proporcionar medicamentos o aparatos médicos a su personal, sin tener obligación de hacerlo, para atender cualquier emergencia de COVID-19 en ellos o sus familias, lo que han conseguido estas organizaciones es colaboradores mucho más identificados con la empresa. Conozco de primera mano varios casos en los que, si bien esas empresas tienen de 10 a 15% menos de personal que hace unos meses, su preocupación e involucramiento con sus colaboradores ha sido tal, que ha hecho que su gente esté mucho más identificada y sea más productiva que antes de la pandemia.Estos cambios no son coyunturales, sino que están siendo incorporados a la cultura y al modelo de negocio de aquellas empresas que han sabido adaptarse a esta nueva realidad. Eso explica que, con la recuperación gradual de la demanda, estas compañías estén siendo no sólo más eficientes sino más rentables que antes de la pandemia.

Artículo originalmente publicado en la revista Semana Económica (8 de noviembre de 2020)

Logística que salva vidas

Hace unos meses atrás, la compañía en la que soy director decidió invertir en estudiar a fondo la cadena de suministro desde China hasta Perú y otros puntos de Latinoamérica, incluyendo los nodos intermedios por donde suele pasar la carga. Implicaba un buen número de viajes, visitas, entrevistas y bastantes horas de los directivos principales de la empresa. Pensábamos que valía la pena porque, conociendo bien cada eslabón de la cadena, se podían acortar mucho los tiempos y entender la dinámica de cada punto por donde discurrían los flujos logísticos.

Fue una apuesta comercial, porque estábamos seguros que habría muchos potenciales clientes que, importando desde China, buscarían contar–en el menor tiempo posible– con las mercancías que habían adquirido en ese país. Según el estudio realizado, podríamos poner en 5 días una carga desde la puerta del proveedor chino hasta el almacén del potencial cliente en Lima o en otros puntos de Sudamérica, cuando el resto de la oferta duplicaba esos tiempos. Ni por asomo se nos pasó por la cabeza que hubiera una pandemia global o que, un día no muy lejano, todo este conocimiento sería vital para salvar vidas.

De la mano con el Consulado General del Perú en Shanghai, la compañía asumió la responsabilidad del primer transporte aéreo de 30,000 unidades de test rápido para el descarte de COVID-19. Esta importante carga, proveniente de Shanghai, salió de origen el 25 de marzo tras cumplir con las formalidades aduaneras en China, respetándose el itinerario y tiempo de tránsito programado, confirmando su arribo exitoso a Lima el domingo 29 de marzo, para ser puestas a disposición del país y el bienestar de la comunidad peruana. Eso no fue un golpe de buena suerte, ni una improvisación, sino el resultado de haberse preparado concienzudamente para ello.

El principal atributo de la logística es la disponibilidad. ¿De qué me sirve mascarillas, test, ventiladores, etc., si están al otro lado del mundo y no los tengo disponibles? La logística pone a disposición de quien lo necesita el bien que necesita, en el momento que lo necesita. No sirve si no llega a tiempo, menos aún tratándose de vidas humanas. Como han comentado altas autoridades de diversos países, se ha desatado una verdadera guerra por los suministros, pero habría que añadir que también hay una verdadera lucha por los espacios aéreos, los precios de las aerolíneas, los camiones para el transporte de la carga, etc., dificultando las labores logísticas.

Para complicar aún más las cosas, se han sumado al tenso clima que vivimos las fake news. Se han desatado una ola de rumores infundados, sobre la incautación de material médico en tránsito por los EE.UU., rumor al que lamentablemente han hecho eco incluso algunas autoridades de diversos países. La norma, promulgada por el Gobierno Norteamericano el 9 de abril, indica claramente que esta medida es sobre ciertos materiales producidos en el territorio norteamericano y no aplica sobre materiales en tránsito. Rumores tan infundados que, a la fecha en que escribo estas líneas (17 de abril), hay 6 embarques de nuestra compañía que han pasado en tránsito por los Estados Unidos y están camino a Lima, Santiago de Chile, Bogotá (Colombia) y San José de Costa Rica.

¿Qué intención tiene quien propala este tipo de rumores? A quienes han hecho eco de ellas, habría que haberles preguntado si se tomaron la molestia, si quiera, de leer el original de la norma o llamar al Agregado Comercial de la Embajada Norteamericana para tener información de primera mano que, seguramente con mucho gusto, hubieran proporcionado. Flaco favor le han hecho a los enfermos de la pandemia, pues las suspicacias levantadas han ralentizado el abastecimiento de suministros y, si lo que necesita el enfermo no está disponible cuando lo necesita, probablemente sea una vida humana perdida. Una vida que pudo ser la tuya o la mía.

Guillermo Cáceres Muñoz

Director en UCL Global

http://www.uclglobal.com

Emprendimiento: olfato para las oportunidades y capacidad de ejecución

Corría los finales de agosto del año pasado y Manolo paseaba con su hijo menor por los alrededores del Parque de El Retiro, una céntrica y muy concurrida zona de Madrid. El calor apretaba. Alrededor pasaba mucha gente caminando en plan distraído y, con relativa frecuencia, algún avispado los superaba montado en los cada vez más populares patinetes eléctricos. Hay que decir que Madrid, en pocos meses se había llenado de estos bichos, con tres empresas ofertando el alquiler de los mismos mediante aplicaciones para celular. Y, a pesar de ser una ciudad con excelente transporte público, uno se encontraba con los patinetes en cada esquina.

Donde hay una necesidad, hay una oportunidad

Javier, su hijo, le pidió dar una vuelta en uno de estos aparatos. Descargaron la aplicación y a los pocos minutos rodaban por el parque y alrededores en los patinetes alquilados. Manolo es una persona con una gran curiosidad, mucha habilidad manual y mayor velocidad mental. Al poco de estar usando el patinete, y mientras su hijo le decía no sabía qué cosas, él pensaba por dentro que los patinetes tenían una batería que no era extraíble, estaba fija a la carcasa y que, por tanto, alguien debería llevárselos para cargarlos en algún lado. ¿Quién los carga?, ¿dónde?, ¿cómo los recogen? Esa noche, de vuelta a casa, no paraba de pensar en el tema.

De la idea a la acción

A la mañana siguiente, al poco de llegar a su taller de motocicletas, cerró la puerta de su oficina y buscó el teléfono de la que le parecía la principal compañía de patinetes. “¿Hola? Mi nombre es Manolo y tengo una empresa dedicada a la recarga de patinetes ¿les puede interesar?” A los pocos segundos le pasaron con el gerente y le dieron una cita para esa misma tarde. Antes de acabar el día, tenía un primer contrato bajo el brazo para la carga de patinetes, con posibilidad de ampliarlo en función al resultado del primer mes. El gerente le habló no sólo de la recarga sino también del mantenimiento de los patinetes. Ellos le daban una aplicación que permitía ubicarlos por Madrid y ver su nivel de carga, para poder recoger los que requirieran el servicio. Le pagaban una tarifa por patinete cargado y el control era muy sencillo, pues se hacía con la misma aplicación que le proporcionaron.

Medir los riesgos y lanzarse

Esa mañana, antes de llamar, Manolo sólo pensaba en que alguien (la empresa de los patinetes) tenía una necesidad y que “probablemente” requería los servicios de un tercero. Él nunca había hecho algo así, pero entendía que el proceso era sencillo y, bajo una evaluación rápida, pensaba que podía conseguir lo necesario en muy poco tiempo para dar el servicio. Y así fue. Al día siguiente de su reunión tenía un par de personas contratadas que recogían los patinetes a última hora del día y los llevaban a cargar, inicialmente en su taller, que además estaba desocupado en las noches.

Antes de terminar el primer mes, le ampliaron la cobertura del servicio y tuvo que contratar una nave en una zona industrial, tenía dos furgonetas recogiendo patinetes y seis operarios trabajando en el servicio. Facturaba bastantes euros al día de manera muy rentable. Las camionetas no eran propias, sino que las adquirió mediante renting(un leasingoperativo por el que pagaba una cuota mensual); la nave industrial era alquilada a muy bajo precio, por estar en las afueras de Madrid; los operarios eran eventuales (no todos aguantaban el horario nocturno) y, a pesar de tener alta rotación, no tenía problemas en conseguir personal porque pagaba bien y el trabajo no era nada complicado.

Oportunidades sí, pero también capacidad de ejecución

Es verdad que hace falta cierto olfato para identificar las oportunidades de negocio. Pero las oportunidades, sin capacidad para ejecución se quedan en eso: en oportunidades desaprovechadas. Junto con el saber identificar las oportunidades, hace falta capacidad para llevar a la práctica la idea: ejecutar de manera eficaz y eficiente lo necesario para poner el servicio en marcha y no pararse ante las dificultades. Manolo pasó de la idea a la acción en pocas horas. ¿Fue imprudente? ¿no debería haber hecho un business planprevio a lanzarse? Él midió los riesgos de entrar al negocio y le parecieron bajos: a su alcance tenía lo necesario para empezar a dar el servicio, al menos en una primera etapa. Así que ¿qué perdía intentándolo? Lo más que podía pasar es que le dijeran que no requerían el servicio.

Escalar el negocio

Manolo no es ningún imprudente. La empresa de los patinetes le pidió que atienda otras ciudades donde han expandido el servicio. Para esta segunda etapa ha contratado un administrador que lo ayude a organizar la nueva empresa, además de contar con otra persona que lleva el reclutamiento y entrenamiento del personal. Con el administrador gestionó líneas de financiamiento de los bancos para el capital de trabajo, y ahora atiende a tres empresas de patinetes distintos, de modo que ha diversificado sus ingresos para no depender de un solo cliente. En el camino tuvo que capear la crisis de Madrid cuando, en noviembre pasado, la alcaldesa de esa ciudad retiró la licencia a todas las empresas de patinetes hasta nuevo aviso. Si no se hubiera decidido a atender otras ciudades, probablemente ahora estaría lamentándose por la quiebra del negocio. 

Los ingredientes de un emprendedor

Pero Manolo es así, parece ir siempre un paso por delante de los demás por su gran capacidad de ejecución y la aparente facilidad con que encuentra soluciones a los problemas. Tiene esos ingredientes que son infaltables en un emprendedor: olfato para las oportunidades, capacidad de ejecución e iniciativa y perseverancia para superar los problemas. Sin esto, la tarde del paseo en patinete por el Parque El Retiro se hubiera quedado en eso, en una calurosa tarde más del agosto madrileño.

Originalmente publicado en el portal de la Revista Mercados & Regiones

El sector agroexportador como programa social

Para el neófito en la materia van estas pocas líneas sobre un sector que está sobre el tapete estos días. La Agroexportación es un negocio global, donde los clientes suelen ser las grandes cadenas de supermercados o los empacadores que usan como intermediarios. Los proveedores principales son las grandes compañías de agroquímicos, que se han ido consolidando a raíz de los altos costos de investigación y desarrollo. La competencia es global y muy exigente, es decir, una empresa en Perú no compite con sus vecinos del valle de al lado, sino con otra empresa en Sudáfrica, Egipto, Zimbabue o Guatemala. El sector tiene elevadas barreras de entrada, pues se requieren hacer economías de escala para enfrentar los volúmenes requeridos por las grandes cadenas, tener costos competitivos con los proveedores y manejarse en un mercado global, donde para conocer a clientes y competidores hay que vivir en un avión recorriéndose las ferias y mercados internacionales para vender las cosechas.

La Agroexportación tiene la peculiaridad de requerir, cada vez más, tecnologías de punta en toda la cadena. Desde las siembras, donde la biotecnología (sin hablar de transgénicos) hace falta para clonar las plantas madres más productivas, pasando por el manejo agronómico, donde se exigen más y más fertilizantes y controladores de plagas y enfermedades que no dañen el medio ambiente, con sistemas increíbles de optimización de uso del agua (con microcomputadoras para el control), la utilización de drones para la optimización del uso de fertilizantes y pesticidas, llegando a la cosecha y post cosecha donde se requieren cada vez más sistemas automatizados, así como nuevos métodos de preservación y atmósfera controlada que permiten mantener la calidad de los productos durante varias semanas para hacerlos llegar a los consumidores más lejanos.

Deberíamos sentirnos orgullosos como peruanos de tener un sector que se ha puesto en el mapa del mundo a base del esfuerzo privado, no sin la valiosa ayuda de un marco regulatorio favorable por el lado del Estado. Creo que podemos ver la Agroexportación como un programa social exitoso, que ha generado cientos de miles de puestos de trabajo, sacando de la pobreza a muchas familias. Una hectárea de cultivo agroexportador requiere de tres a seis operarios para las diversas labores productivas. Si Majes Siguas II se hace realidad, sus 38,000 hectáreas generarán alrededor de ciento veinte mil puestos de trabajo directos, sin contar todo el empleo indirecto que se crea alrededor: colegios, comercios, salud, esparcimiento, etc.

Sólo por mencionar un dato concreto, el Régimen Agrario ha permitido incrementar en 51.65% el empleo formal agrícola en la última década. ¡Mano de obra barata! dirá algún ácido lector. Debería ver la evolución del jornal en los valles agroexportadores para darse cuenta de cómo han mejorado las condiciones de los obreros de campo. Además, las certificaciones requeridas por los clientes internacionales no sólo exigen reglas sociales claras a las empresas agroexportadoras (pago de beneficios sociales, seguros, controles médicos, etc.), sino que han llevado a que el obrero reciba cualificación en temas como salud e higiene, nutrición, o cuidado medio ambiental que jamás hubieran recibido del Estado. No, no creo que haya ningún programa social del Estado, menos aún llevado adelante por privados, que lo iguale y que haya sido tan exitoso en su impacto.

Originalmente publicado en el Diario Gestión, 4 de julio de 2018

Te compro tu empresa

Estamos acostumbrados a ver en los titulares las grandes transacciones de M&A. No se extrañe el lector, si es propietario de una empresa, que cualquier día de estos le toquen la puerta con una propuesta de compra. Una importante consultora reportó que el 50% de los equipos de desarrollo de nuevos negocios busca deals de menor tamaño[1].

A alguno puede pesarle vender su negocio de toda la vida. Sin embargo, las empresas son también un bien transable. Si hay un precio razonable, tal vez encuentre un buen motivo para la venta. A veces puede ser la falta de sucesión, cuando la edad avanza y los hijos tienen desarrollos profesionales que no contemplan hacerse cargo del negocio. Si tiene varias empresas, tal vez requiera efectivo y liberar tiempo para invertir esos recursos en otras oportunidades. En ocasiones, una reconfiguración del sector puede hacer cada día menos rentable la operación y una salida oportuna es entonces una buena opción.

Los motivos para las adquisiciones son también variados. Está la necesidad de ingresar a un nuevo mercado adquiriendo algún jugador local. En otras ocasiones, las economías de escala y las sinergias (comerciales, operativas, financieras) son imprescindibles para seguir siendo rentables. Ocurre también que una compra a tiempo puede bloquear el crecimiento de algún competidor. El mismo crecimiento de algunas industrias exige la integración vertical para acelerar el proceso de consolidación en un mercado determinado.

Al igual que las grandes transacciones, los pequeños y medianos deals no están exentos de riesgos y dificultades. El más común suele ser las diferencias de expectativas de valor entre el comprador y el vendedor (por un inadecuado proceso de valoración de una o ambas partes) las que llevan a trabar un proceso. En otras ocasiones es la falta de preparación del negocio para la venta la que hace infructuoso el due diligence. La inexperiencia en el manejo y evaluación de las ofertas y postores es otra de las causas de fracaso de las M&A. No es infrecuente que la falta de tiempo para avanzar con el proceso, mientras se atienden las operaciones ordinarias de la compañía, termine también enfriando la transacción.

Le aconsejamos tres pasos básicos para conseguir que una transacción de M&A sea exitosa: 

1º) Asegúrese de obtener una valoración razonable de su negocio, tanto desde su punto de vista como el de los interesados. Evite caer en el defecto de inflar el valor que percibe por el hecho de que es “su” empresa y a la vez piense qué valor le puede sacar a esos activos el potencial postor. 

2º) Ordene su información interna para los procesos de relacionamiento con los potenciales compradores. Aunque le tome un cierto tiempo y recursos, es preferible estar preparado para atender a los posibles requerimientos de los interesados, que hacer interminable el due diligence por no tener a mano lo que se debe. 

3º) Sea claro en la comunicación con los postores para ganar su confianza; sin ella no hay deal que pueda prosperar.

Publicado originalmente en Diario Gestión, 21 de febrero de 2018


[1]PwC Perú, Marzo 2017: Estudio sobre fusiones y adquisiciones 2016.

El diagnóstico empresarial: una herramienta esencial para la toma de buenas decisiones

Un diagnóstico empresarial es un análisis concienzudo de todas las variables claves para un negocio, área por área, para dar con la clave de lo que está ocurriendo en una empresa. Hace unos años atrás, cuando participaba de un comité de gerencia, al que asistían todas las cabezas de las diversas áreas de la empresa, pregunté cuál era el problema principal que afrontaban en aquel momento y, uno por uno, fueron haciendo una descripción de las dificultades por las que pasaban hasta que uno de ellos me dijo exaltado: “¡es que aquí no tenemos u problema, tenemos miles de problemas!”. Traigo a colación la anécdota porque pienso que describe bien las circunstancias de confundir el síntoma con la enfermedad, el efecto con la causa.

Sigue leyendo

La trampa del tamaño

Luego de un par de meses de trabajo repensando su labor comercial, los directivos de una empresa habían decidido, entre otras cosas, la contratación con urgencia de un vendedor mayor, con experiencia, que tuviera grado universitario (se trataba de hacer una venta técnica y era importante el relacionamiento con el comprador, usualmente una persona experta en el tema) para que fuera capaz de llevar las cuentas de clientes grandes, que en ese momento eran llevadas de manera poco eficiente por un único vendedor, que concentraba un porcentaje elevado de las ventas de la empresa.

Sigue leyendo